Coincido en el arte del desconocimiento


He tratado de comprender más de una vez cómo funciona mi cabeza, o lo que es mejor, mi corazón. No deseo, pero quiero, y a la vez no quiero que lo que quiero me domine... Domino, hasta un punto inusitado, lo que no quiero, y el querer se vuelve burla, y se ríe de mí y de mi debilidad. Se mofa. Se carcajea en la apatía del "te quiero porque te quiero, me da la gana quererte"... Sin respuesta.

Cuanto menos lo deseo más claro lo veo, y cuando por fin le hago caso, desaparece.

No se si intentar ser como el resto me convierte en algo despreciable, pero a veces desearía ser solo aire, y eso me consuela.

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