Contamos las noches con los ojos encendidos y los brazos extendidos, hicimos sombra de una sombra y perpetuamos el recuerdo. Dijimos que no pero hicimos como si, bebimos de una mentira y brindamos por la verdad. Y ahi nos encontramos, frente al espejo de circunstancias evitadas y sufridas. En el fondo sabiamos que no teniamos la culpa y culpabamos sin más.
Tictac en un segundo, suspiramos y reímos, y después el mundo se había reconstruído. Para pensar no precisábamos de recuerdos ni cerebros, labios y tictac fue todo lo que escuchamos. Tictac, dos segundos, tictac, un beso, tictac, te miro y me levanto, tictac, y me marcho.
Y después, tictac, te quiero.
Cada mundo colapsa, cada mundo se encuentra, cada mundo se marcha. Nos fijamos en las pequeñas cosas que los demás ignoran, es la poesía de los que sienten. No hay temores si escribimos, pero huímos si escuchamos. Una palabra que hiere y otra que hace daño. Es la naturaleza del que ama y odia. Porque no amamos sin odiar, y no olvidamos sin haber odiado a quien amamos.