Hay ocasiones en las que dejamos atrás ciertos elementos imprescindibles en nuestras vidas. No me refiero al hambre, al sueño o a la sed. Son aún más imprescindibles que una buena salud. Tienen nombres propios, sentimientos, emociones, recuerdos enlazados a la mísma esencia de lo que eres. Amigos, familiares, novios, ex-novios, ex-amigos... Personas realmente necesarias.
En mi caso se cuentan con los dedos de una mano, aunque dudo en ampliarlo a la zurda. Digamos que soy diestro en pensar con premeditación, en el futuro lejano, en el futuro próximo, en los diez minutos siguientes, o incluso en los siguientes tres segundos. Experto en la materia de darle vueltas a la cabeza.
Ahora, por ejemplo, extraño a ciertas personas que están presentes en mi día a día. Simplemente por el hecho de que en un tiempo no las tendré. Y ahora soy consciente directamente del vacío que esas personas causarán en mí.
"Si tu te vas no queda nada, sigo cantando con la luz apagada, porque la guerra me quitó tu mirada..."
Y no hay solución posible. Este mundo nació y creció bajo estas perspectivas.
Yo no quería ser un nómada cuando conocí las normas. Ahora adoro procurarme mi camino, no asentarme, no detenerme. Pero se quedan atrás, bien iluminados por el recuerdo constante, ciertos elementos imprescindibles...
Ya os he hablado de ellos ¿no?
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A mi niñez, mi infancia, y mis risas. Sin tí jamás habría salido de casa, sin tí jamás podría haber desarrollado un carácter extrovertido cuando todos me señalaban con el dedo. Porque tú me defendías a capa y espada, y fuiste amiga desde que ambos medíamos más o menos lo mismo. Mi primer elemento.
A mi primer amor. Porque contigo aprendí lo que significaba lealtad. Aquellos años los guardo como el mayor de mis tesoros. Tú eras mi escudo y mi espada, mi sonrisa y mis lágrimas. Dolió, pero mereció la pena. Fuiste el patrón de relación que cualquiera querría haber tenido a los 15. Y ahora eres una de las más grandes personas que conozco. Mi segundo elemento.
Al inconformismo, la dialectica y la filosofía en estado puro. Al carácter y la decisión. A mis años en el bachiller de Artes y la bohemia amistad que compartimos. Tú y yo somos parecidos. Tanto que de una forma u otra hemos serpenteado en el tiempo hasta encontrarnos siempre cuando ambos necesitábamos encontrarnos. Pero lo importante es que siempre estuvimos juntos, aunque separados. Ahora no será diferente. Mi tercer elemento.
A la fragilidad, la fuerza, y la síntesis de tres. A vosotros qué os puedo decir. Encontrarnos fué mágico, separarnos es un dolor. Pero sigue habiendo magia. Lo sabeis. Aunque pasen los años, las décadas y el tiempo en estado puro. Se que no vais a olvidaros de mí. Mi cuarto elemento.
A la furia, la llama, el valor, las lágrimas, la garra, la capacidad de llevar un hogar sin ayuda de nadie, por ser un tanque de guerra cuando todo iba mal, y porque sigues siendo un tanque de guerra con depresiones, dolores, y miedos. Porque salí de tu vientre, y te hice sufrir nada más nacer. Porque por mí, o para mí, renunciaste a tu sueño. Porque tengo el deber de devolverte ese regalo, que fue darme la vida. Porque siento en el alma que parte de mí, que soy tú, también es parte en parte de un ser sin remordimientos, vacío de ternura y sentimientos. Porque tu comprensión movió montañas. Porque siempre has sido ese coraje que a mi me ha faltado. Porque los años pasan por tí, y se notan, y yo me desespero intentando encontrar esos años donde reías con verdadera alegría. Porque te quiero, y nunca te lo digo. Porque te faltaré, sin ser capaz de imaginarme que me faltas. Porque tengo una enorme deuda contigo, por soportar mis enfados, mi mal humor, un carácter recio y asqueroso que jamás te has merecido. Por dármelo todo sin negarme jamás nada que tuvieras al alcance. Por empobrecerte para enriquecernos a mi hermana y a mí. Porque eres la mejor madre que conozco de entre todos los seres que tienen madre. Porque me da igual lo que nos falte, y quien nos falte. Por ser tú, y porque jamás habría querido a alguien que no fueras tú para desempeñar el papel que tu siempre has desempeñado, con una sonrisa y la misma frase "Sois lo único que tengo en la vida, y yo os tuve porque quise, y no cambiaría eso por nada en el mundo" (A pesar de que por ello, ahora no eres todo lo grande que un día fuiste. Tú eres mi patrón, aunque ahora solo seas la sombra de ese garbo que una vez fuiste). Mi Esencia.